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viernes, 4 de julio de 2014

REAL ACACADEMIA DE BELLAS ARTES DE MÁLAGA PRESENTACIÓN ANUARIO 2013

 

   Siempre conviene empezar con una cita de algún autor preferiblemente olvidado, y yo invoco a Baltasar Gracián, maestro del conceptismo y la brevedad, que un día del siglo XVII en el que estaba especialmente locuaz pronunció estas siete palabras: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Y yo voy a ser también muy breve.
   Esto ha coincidido con que yo estaba leyendo cosas sobre Los Siete Sabios de Grecia, y me he dado cuenta de lo ridícula que es esa cantidad comparada con la de sabios y sabias que hay en la Real Academia, cuyas aportaciones enjoyan la colección de anuarios que comenzó en 2001, al incorporarse Pepe Bornoy, y hasta hace unos días totalizaban unos 320 artículos, informes, laudatios y textos diversos, a los que vienen a añadirse los del que presentamos hoy.
   Sólo tengo tiempo para mencionar brevísimamente a siete integrantes de la Academia, y empiezo por nuestro Presidente, Manuel del Campo y del Campo, del que todos conocen esos dos apellidos pero ignoran el tercero, que se lo puse yo el día en que se inauguró la calle que lleva su nombre. El Ayuntamiento tuvo el acierto de dedicarle la situada ante el antiguo Conservatorio, que además está decorada con unas jardineras con plantas floridas, por lo cual le dije al terminar el acto: “Desde hoy eres ya Don Manuel del Campo y del Campo y del Jardín”.
   Una de sus muchas virtudes consiste en que no necesita para nada un ordenador, pues lo tiene incorporado en su cerebro, y basta con mencionarle el nombre de cualquier músico de los últimos diez o quince siglos para que recite inmediatamente su nombre completo, sus fechas de nacimiento y fallecimiento, y la lista de sus principales obras, y si hay un piano las interpretará en el acto.
   Nuestra querida y admirada María Victoria Atencia posee la elegante sabiduría de llegar con sus poemas a lo más hondo de las mentes y los corazones de quienes la leemos, y más aún de quienes hemos tenido la fortuna de escuchar sus recitales. Y muchos no saben que además es piloto o pilota, y hay fotos que la muestran muy cerca del cielo de Málaga. E imagino que cuando le venía de pronto la inspiración en las alturas tenía que pilotar con una sola mano y anotar rápidamente los aparecidos versos en un cuadernito. Quizás por eso su poesía es tan elevada y tan celestial.
  La que habría dejado boquiabiertos a Solón de Atenas, Tales de Mileto y los otros cinco sabios griegos habría sido Rosario Camacho, cuya magna obra titulada Málaga Barroca es uno de los más admirados y acariciados libros de mi biblioteca, y además ha publicado otras obras importantes, como la Guía Histórico-Artística de Málaga, y en los anuarios nos ha deleitado con trabajos sobre temas tan variados como la visita de Isabel II a Málaga, las fiestas en la Andalucía barroca, el Museo Carmen Thyssen y muchos otros.
   Pedro Rodríguez Oliva nos ha ilustrado sobre los ecos de la Grecia antigua en la Málaga romana, los mosaicos romanos de nuestra provincia, una estatua de Urania reencontrada, unos vasos egipcios de alabastro, etcétera. Y siempre le imagino con una larga túnica blanca y una corona de laurel, pues tiene todo el empaque y la grandeza de los máximos sabios que en el mundo han sido.
   María Pepa Lara investiga siempre con originalidad y sabiduría sobre temas poco tratados por otros estudiosos, como la historia del cine en Málaga, los chalets notables del Paseo Miramar, o los patronos de Málaga Ciriaco y Paula. 
  Estrella Arcos dispara flechas con su apellido y su juvenil audacia contra algunas de esas dejadeces que afean a la generalmente bella Málaga, y en el nuevo anuario nos muestra los tristes deterioros de un edificio muy céntrico, una cueva y un grupo escultórico.
     Y mi séptimo sabio de hoy es Ángel Asenjo, un gran arquitecto que ha enriquecido Málaga con edificios muy notables y con una gran personalidad, como por ejemplo ese audaz y modernísimo Palacio de Congresos que le elogiaba entusiásticamente otro arquitecto malagueño, Ignacio Dorao, diciéndole: “Ángel, este edificio me fascina tanto que un día serás culpable de mi muerte, porque siempre que paso por allí conduciendo tuerzo el cuello para disfrutar mejor de su contemplación, en vez de mirar a los otros coches”.   
   Y con esto termino.
   Empecé citando a un autor antiguo y termino con uno moderno, contando que cuando Vladimir Nabokov estaba en Estados Unidos en pleno apogeo de su fama, gracias al gran éxito de su novela Lolita, y de la película de Stanley Kubrick, se le acercaron al final de una conferencia unos escritores jóvenes y le dijeron:
-Maestro: ¿puede darnos algún consejo para que escribamos mejor?
  Y él les contestó sin vacilar, exclamando:
- ¡Cuidad los detalles! ¡Los divinos detalles!
   Y eso hace en sus cuadros y en nuestros anuarios Pepe Bornoy, cuyo nombre completo es José Manuel Cuenca Mendoza “Nabokov”.


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